A menudo, cuando le pregunto a alguien cómo está, la respuesta más común que recibo es: «Muy ocupado». Esta respuesta, tan habitual en el entorno laboral moderno, revela una realidad preocupante: la cultura del trabajo se ha transformado en una carrera interminable hacia la productividad, donde ser «ocupado» es sinónimo de ser valioso. Sin embargo, esta percepción puede ser engañosa y, a veces, contraproducente. Trabajar duro no siempre se traduce en progreso, y el hecho de ser el más trabajador de la oficina no garantiza que avancemos en nuestra carrera.
Yo, como muchos otros, he caído en la trampa de pensar que el esfuerzo constante y la disposición para asumir más responsabilidades me llevarían automáticamente al éxito. Sin embargo, esta creencia no solo es incorrecta, sino que puede llevar a la frustración y al agotamiento, sin los resultados esperados. Es fácil asumir que el reconocimiento vendrá de la mano con el trabajo duro, pero la realidad es que, en muchos casos, ese reconocimiento nunca llega. Y cuando no llega, nos quedamos preguntándonos qué es lo que hicimos mal.
Leyendo el artículo de Rachel Feintzeig en The Wall Street Journal, «Why the Reliable Office Workhorse Rarely Gets Ahead», he reflexionado sobre una verdad crucial: el trabajo arduo por sí solo no basta. A menudo, somos aquellos que asumen responsabilidades cuando nuestros compañeros no cumplen con sus tareas, o quienes el jefe llama en el último momento o fuera del horario laboral. Aunque nos sentimos bien al recibir elogios por nuestra dedicación, pronto nos damos cuenta de que esto no nos lleva a progresar de manera significativa en nuestra carrera.
El artículo ofrece una reflexión crítica sobre una realidad común en el entorno laboral: el «caballo de batalla» de la oficina, esa persona que trabaja incansablemente y se sacrifica por su equipo, a menudo no recibe el reconocimiento o las oportunidades que merece. La profesora Alison Fragale y otros expertos citados explican que, aunque el esfuerzo es esencial, no es suficiente para avanzar en la carrera. Destacan la importancia de la autopromoción y la visibilidad, señalando que, además de trabajar duro, es crucial compartir los logros de manera estratégica para cambiar la percepción que los colegas y jefes tienen de uno.
Este enfoque sobre la autopromoción y la visibilidad es especialmente relevante en un mundo donde la competencia por ascensos y oportunidades es feroz. No se trata simplemente de ser el más trabajador; se trata de ser el más visible, el más estratégico en cómo se comunica el valor que uno aporta. En un entorno laboral donde las primeras impresiones pueden ser difíciles de cambiar, ser proactivo al destacar los propios logros no es solo útil, sino necesario para romper con las percepciones limitantes que otros puedan tener.
La autora sugiere que quienes asumen múltiples roles y tareas adicionales suelen hacerlo de manera invisible, sin que su trabajo extra sea reconocido o recompensado adecuadamente. Se subraya la necesidad de aprender a decir «no» y de enfocar el tiempo y el esfuerzo en proyectos que realmente contribuyan a la carrera profesional. El relato de personas que han aprendido a promover sus éxitos y gestionar mejor su imagen dentro de la empresa resalta la importancia de equilibrar el trabajo duro con una comunicación eficaz de los propios logros.
Otro aspecto fundamental que destaca el artículo es la importancia de gestionar la percepción que los demás tienen de nosotros. No basta con ser competente; es necesario asegurarse de que esa competencia sea reconocida y valorada. Las historias compartidas en el artículo muestran que aquellos que logran avanzar en sus carreras no solo trabajan duro, sino que también dominan el arte de la autopromoción. Saber comunicar el impacto de nuestro trabajo de manera clara y estratégica puede ser la diferencia entre quedarse estancado o alcanzar el siguiente nivel.
En resumen, el artículo es un llamado a replantearse cómo se mide el éxito en el trabajo, recordando que no basta con ser competente y trabajador: es fundamental también ser visto y valorado por ello. Esta visión desafía la creencia tradicional de que el esfuerzo será recompensado automáticamente y nos obliga a ser más conscientes y activos en la gestión de nuestra carrera.
Personalmente, he comprendido que ser el «caballo de batalla» de la oficina no es suficiente para avanzar en mi carrera. Necesito ser más consciente de cómo se percibe mi trabajo y estar dispuesta a compartir mis logros de manera estratégica. El éxito en el entorno laboral actual no se basa solo en la cantidad de trabajo que realizo, sino en cómo comunico y gestiono mi valor dentro de la organización. Para avanzar, debo aprender a equilibrar el esfuerzo con la autopromoción y la gestión inteligente de mi tiempo y energía.
Este aprendizaje me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de ser más intencional en mi carrera. Ya no se trata solo de trabajar más, sino de trabajar de manera más inteligente y estratégica. En última instancia, el éxito en el trabajo no depende únicamente de nuestras habilidades o esfuerzo, sino de cómo elegimos mostrar y utilizar esas habilidades en el contexto adecuado.
Para una visión más detallada sobre cómo el trabajo arduo puede afectar tu trayectoria profesional y qué alternativas existen para destacar en la oficina, te invito a leer el artículo de Rachel Feintzeig titulado «Why the Reliable Office Workhorse Rarely Gets Ahead: Working Too Hard Can Hurt Your Career Trajectory, but There Are Other Paths to Office Stardom» en The Wall Street Journal. Puedes ponerte en contacto con Rachel Feintzeig a través del correo Rachel.Feintzeig@wsj.com para más información.
Texto original: https://www.wsj.com/lifestyle/workplace/office-workhorse-how-get-ahead-2d3a6e46